Es el 13 de marzo de 2013. La fumata blanca comienza a salir de la chimenea de la Capilla Sixtina, mientras suenan las campanas de San Pedro. Las campanadas anuncian que el cónclave de cardenales ha elegido a un nuevo papa. Una multitud se dirige hacia la Plaza de San Pedro. Todos están ansiosos por ver quién aparece en el balcón, porque él será el próximo papa. Pasan unos veinte minutos, se abren las puertas del balcón y ante los aplausos tumultuosos, hace su aparición el humilde jesuita Jorge Mario Bergoglio. Saluda a los presentes con un simple y cariñoso «buenos días» o «buongiorno», en italiano.
Jorge Mario Bergoglio fue arzobispo de Buenos Aires, Argentina. Nació en Buenos Aires de padres inmigrantes italianos. Jorge Mario Bergoglio es el primer jesuita y el primer latinoamericano elegido papa. Es también el primero en tomar el nombre de San Francisco de Asís, el santo patrón de los pobres. Como San Francisco, el nuevo papa es también un hombre humilde. Cuando fue arzobispo de Buenos Aires, se negó a vivir en el lujoso palacio arzobispal. Prefirió vivir en un pequeño departamento. Para ir a su trabajo, le gustaba tomar el transporte público (el subterráneo o «subte» y el autobús o «colectivo»), porque le daba la oportunidad de estar entre la gente común de la ciudad. Aún en Roma, después de ser elegido papa, volvió a la Casa de Santa Marta, una residencia para curas donde había pasado unos días antes del cónclave, hizo sus propias maletas y pagó su propia cuenta.
En otra señal de humildad y caridad, el papa les pidió a los argentinos que no viajaran a Roma a participar en su entronización. Prefería que donaran el dinero a una causa caritativa para ayudar a los pobres.
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